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Leyendo a Ian McEwan

Tengo que decir que Ian McEwan se ha terminado convirtiendo en uno de mis escritores favoritos, y es uno de esos pocos autores de los que me gustaría ir leyendo todo lo que ha publicado hasta la fecha. Desde que lo descubrí fue consciente de que tanto su estilo narrativo como los temas que explora en sus novelas era algo que me gustaba.

Otra gran cualidad que posee la obra del escritor nacido en Aldershot es la gran cantidad de personajes interesantes creados, algunos tan inolvidables como los de Briony Tallis o el feto que es el narrador de “Cáscara de nuez”. Sobre este tema, la crítica ha dicho que detrás de esas historias aparentemente sencillas protagonizadas por personajes ordinarios, los lectores nos encontramos con reflexiones de hondo calado sobre las pasiones de los individuos.

McEwan ha publicado un total de quince novelas, dos libros infantiles, varias colecciones de relatos y algunos relatos de forma individual, además de haber firmado un par de obras de teatro. Personalmente, en los últimos años, he leído siete libros publicados por este escritor inglés, quien con el paso de los años se ha convertido en uno de mis autores favoritos.

Es bien cierto que aquellas primeras lecturas, allá por 2018, de obras como “Amsterdam” y “Chesil beach” ayudaron mucho a la hora de empezar a conocer a un autor, del que luego seguí leyendo otros de sus trabajos como por ejemplo “Cáscara de nuez”, “En las nubes” o “Expiación”. Pero a decir verdad, yo descubrí a McEwan gracias a un pequeño relato que el propio autor narraba para la web de la revista The New Yorker, y que lleva por título “My purple scented novel”.

Y la última obra que he leído, la termine la semana pasada, es una pequeña novela que se titula “El placer del viajero” (1981), y que a pesar de ser una de las primeras obras publicadas por McEwan guarda toda su esencia, y nos deja ver todo ese talento narrativo de su autor. Es una obra muy recomendable porque sus personajes, tanto la pareja formada por Mary y Colin como Robert y Caroline, son maravillosos. Además tiene un final de esos que son difíciles de olvidar, del que los lectores somos testigo en primera persona.

Para concluir solo mencionar que tras haber leído varias obras de este autor, me gustaría seguir descubriendo más obras de las que ha publicado en el pasado, pero sin perder de vista los libros que sigue publicando, pues estamos hablando de un autor que aún siguen muy presente en el panorama literario internacional. Soy consciente de que aún tengo muchos grandes libros por descubrir, y títulos como “Operación dulce” o “Amor perdurable” ya están en mi radar, pero tal vez lo mejor sea leer uno, o como mucho dos libros, de Ian McEwan cada año.

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Reseña: Cáscara de Nuez de Ian McEwan

Esta es una de las últimas novelas publicadas del escritor inglés Ian McEwan (Anagrama, 2017), y en palabras del propio autor escribir esta novela ha sido una experiencia muy divertida en la que ha podido dar rienda suelta a su sentido del humor, algo que he de confesar que como lector también he disfrutado.

Cáscara de Nuez es una novela corta de algo más de doscientas páginas que nos cuenta una historia que está inspirada en la clásica obra de teatro Hamlet. Pero McEwan quien estaba dispuesto a hacer suya esta obra, para ello cambia el narrador de la historia, y he de decir que lo hace con maestría e ingenio, pues nuestro cronista en este caso será un feto nonato, algo poco usual incluso para la literatura.

Un feto nonato que tiene una visión del mundo bastante peculiar, visión que nos permite acercarnos a la del propio McEwan, y que está influenciada por los podcasts que tanto él cómo su madre escuchan en la radio. Hay que decir que este feto es capaz de escuchar tanto la radio como las conversaciones de la gente de su entorno. Y es curiosamente en una de estas conversaciones que nos enteramos que su madre, Trudy, está planeando el asesinato de su marido, John, y lo hace ayudada por su amante, Claude, quien es además hermano del marido de Trudy. Un triángulo amoroso mortal que tiene como fin el de heredar la mansión de John que está valorada en ocho millones de libras.

Un momento muy gracioso que me parece que merece la pena comentar es que ante este escenario, ante el cual nuestro narrador se muestra totalmente consternado e incluso intenta evitar el crimen dando patadas a la madre. Al ver que esto no tiene el efecto deseado, el feto se plantea una alternativa más desesperada como es la del infanticidio propio y así vengar la muerte de su padre, lo cual termina descartando pues “por supuesto, destruir el cerebro es matar la voluntad de destruirlo…

Al igual que merece la pena hacer una mención especial al primer párrafo del libro, del cual os dejo un enlace para que lo podías leer por vuestra cuenta. Estas casi cien palabras forman lo que muchos dirían que es uno de esos comienzos que son difíciles de olvidar, y es que con el preciosismo literario de McEwan a la hora de seleccionar cada palabra es muy fácil para el lector formar una imagen visual exacta de la situación en la que se encuentra nuestro narrador.

En definitiva esta es una novela en la que tenemos una mezcla perfecta de comedia negra, trama detectivesca y la reinterpretación de un gran clásico shakesperiano, todo ello bañado con una buena dosis de humor. Una obra perfecta para acercarse a uno de los escritores más brillantes de su generación, y sin duda alguna una historia para reflexionar entre carcajada y carcajada.