Hoy me gustaría dedicarle una entrada a Judas Priest, uno de los grupos más conocidos y longevos de la escena británica del Heavy Metal, y que el próximo año celebrará su cincuenta aniversario. Personalmente no considero que Judas Priest sea uno de mis grupos de cabecera, pero he de admitir que me gusta lo que hacen y me parece que además de tener un sonido inconfundible han logrado hacer siempre un par de éxitos en cada uno de sus álbumes.
Antes de comentar esas diez canciones, me gustaría decir que en los casi cuarenta y cinco años que separan su primer álbum de estudio (Rocka Rolla, 1974) del último (Firepower, 2018) uno se encuentra con una discografía formada por dieciocho álbumes en los que destacan títulos como: Redeemer of Souls (2014), Painkiller (1990), Screaming for Vengeance (1982) y British Steel (1980); estos son álbumes que nos demuestran que a pesar de los años Judas Priest siempre han sabido mantenerse en la conversación musical sin apenas notar el desgaste del paso del tiempo.
“Halls of Valhalla”, empezamos con un tema que personalmente considero que puede servir como tarjeta de presentación del grupo, y es que a pesar de que estamos ante uno de los temas más recientes de Judas Priest, esta canción tiene todos los elementos que uno identifica con el sonido de los de Birmingham. También hay que destacar que esta fue la primera ocasión que tuvimos de escuchar al nuevo guitarrista, y ahora podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que la llegada de Richie Faulkner rejuveneció el sonido del grupo.
“Hell bent for leather” es uno de esos temas que al escucharlos uno se pregunta si de verdad ese sonido puede considerarse heavy metal, pero lo que es innegable es que este tema es cien por cien Judas Priest, y es que algo muy característico del grupo es su indumentaria de cuero, ya sean pantalones, cazadoras, o abrigos de todos los colores y gustos, prendas que no sólo ha llevado su cantante Rob Halford sino que es extensible a todos los miembros del grupo.
Uno de los temas más escuchados del grupo es “Night Crawler”, tema que tiene un sonido más acelerado por la batería y el bajo, esto es una de las principales características más reconocibles de la evolución del género en la década de los noventa, y es que a pesar de unas guitarras afiladas esta canción proyecta su potencia especialmente a través de la sección rítmica que absorbe gran parte del protagonismo.
“Beyond the Realms of Death” es una de esas típicas baladas que nos enseña el gran registro de un Rob Halford, que por aquellos años se encontraba en su primera etapa tanto como compositor como vocalista, y sin embargo nos deja claro que es uno de los mejores cantantes de su generación no sólo por su amplio registro vocal, sino que además por la intensidad de su interpretación.
“Turbo Lover” es una canción que personalmente siempre me ha recordado a Queen, y es que a finales de los ochenta tanto Judas Priest como Queen tuvieron sus coqueteos con la música disco; y a pesar de que ello pudiera verse como el pecado supremo en un grupo de heavy metal, hemos de decir que los de Birmingham lograron sacar al menos un tema como este que es una auténtica maravilla, y además es una de sus canciones más populares.
Otro de esos temas más conocidos del grupo es “You’ve Got Another Thing Comin’”, canción que apareció como uno de los singles de su octavo álbum de estudio (Screaming for Vengeance), y que tiene un sonido dominado tanto por los potentes riffs como de los solos de guitarra, en donde K. K. Downing y Glenn Tipton se van dando la réplica, a la vez que demuestran su notable dominio de las seis cuerdas.
Un tema del último álbum y que conserva ese espíritu podría ser “Flame Thrower”, y es que el sonido que desprende este álbum está a la altura de los mejores trabajos de Judas Priest, y aunque parezca mentira al escucharlo por primera vez es fácil darse cuenta de que hay varios temas de una calidad realmente buena, pero en esta canción uno se reencuentra con esas guitarras chillonas que se acoplan a la perfección tanto con el resto de la sección rítmica como con la voz de Halford.
“Painkiller” es uno de esos tema que a pesar de su duración se llegan a hacer incluso cortos. Estamos ante una de las canciones con el ritmo más elevado de todas las de sus discografía, y además con un sonido más duro de lo frecuente en Judas Priest, pero en la que sin embargo todo parece fluir de una manera “orgánica” y en la que nadie acapara demasiado protagonismo a pesar de los varios solos que se van sucediendo hasta llegar al final del tema.
“The Hellion” y “Electric eye” son dos canciones que no se entienden la una sin la otra, siendo la primera una pequeña pieza instrumental que funciona como preámbulo a la segunda. Hemos de decir que esta es una canción que tiene en el libro de George Orwell “1984” una de sus más claras influencias, pero además es una de las canciones más celebradas del grupo; y en ella brillan con luz propia tanto Glenn Tipton a la guitarra, como Rob Halford, los que después de tantos años siguen siendo los pilares del grupo.
Y no podía faltar, “Breaking the Law”, que es sin ninguna duda la canción que todos asociamos cuando escuchamos el nombre de Judas Priest. Uno de esos temazos que son un éxito instantáneo, y que tanto ayudan a cimentar las carreras de los grupos que están empezando. El éxito a Priest les llegó relativamente tarde (tras seis álbumes), pero les llegó de una forma muy merecida, porque el disco en el que aparece esta canción tal vez sea el mejor de todos los que grabaron Judas Priest. “British Steel” no solo tiene una portada resultona y un single exitoso, sino que este es un álbum lleno de las canciones que supusieron esa base sobre la que los de West Bromwich construirían su carrera. Yo he escogido “Breaking the Law”, pero de verdad que hay otros temas como: “Rapid Fire”, “United” o “Living After Midnight” que perfectamente podrían estar en esta lista.